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TIENDA FORMA

La tienda Forma, proyectada hace casi tres décadas por Paulo Mendes da Rocha, es un edificio de dimensiones pequeñas. Su elementalidad, probablemente, no despierte demasiado entusiasmo entre los actuales adeptos a la complejidad formal derivada de las formas naturales. Aun así, pocas obras contemporáneas presentan igual grado de complejidad arquitectónica y demuestran la habilidad superior de su arquitecto para sintetizar a través de la forma los requisitos del programa, las sugerencias del lugar y la disciplina de la construcción.

 

Al inicio de la obra, dos condiciones fueron determinantes para el proyecto: el programa y el lugar. El programa consistía en la creación de un espacio de exposición y venta de muebles de diseño de autor “firmados” por grandes arquitectos y diseñadores del siglo XX. Sumado a esto, un terreno ubicado sobre una avenida de tránsito rápido e intenso ocupada en su mayoría por establecimientos comerciales, lo que eliminaba la posibilidad de que los clientes estacionaran en la vereda y también disminuía considerablemente la probabilidad de que llegasen a pie.

 

Hay dos aspectos esenciales del proyecto construido que son absolutamente coherentes con un análisis más detallado del programa y del lugar donde está ubicado el edificio. Por un lado, la forma prismática elemental, que le da una gran intensidad formal y lo destaca por contraste en medio del caos visual característico de la avenida Cidade Jardim. Un edificio más elaborado formalmente podría confundirse entre los edificios vecinos y no sería tan fácil de identificar. Por otro lado, la decisión de crear una vitrina única, elevada en relación con el nivel de la calle, le da más visibilidad a los objetos en exposición desde el punto de vista del que pasa en auto velozmente delante de la tienda.

 

El problema del estacionamiento para los clientes se resolvió dedicando toda la planta baja a esta función (750 m 2 ). Para que sea posible, se elevó el piso de la tienda dejándolo libre de apoyos intermedios, lo que también facilita las maniobras de los autos debajo del edificio. La entrada de clientes por una escalera retráctil fue un recurso adicional que contribuyó a dejar el nivel de la planta completamente libre.

 

Tanto el deseo de contar con una planta baja diáfana como el de crear una vitrina continua sin ningún apoyo intermedio tuvieron consecuencias técnicas importantes. Este es el momento en que aparece la maestría del arquitecto: forma y construcción se resuelven en simultáneo, alcanzando resultados de consistencia fuera de lo común. Diferentemente de la mayoría de los edificios con los que solemos convivir, aquí, forma y estructura se confunden hasta el punto que resulta difícil definir cuál es cuál. Como en varios otros ejemplos de la arquitectura de Paulo Mendes da Rocha, después de la definición y/o la construcción de la estructura resistente poco falta para completar la construcción.

 

Para salvar los treinta metros de vano libre fue necesario emplear vigas y pilares de tamaño considerable. Lo que vale la pena destacar es el hecho de que a pesar de que estas vigas y pilares son enormes, no nos damos cuenta de sus dimensiones debido a su integración con los otros elementos del diseño. Dos vigas pretensadas “doble T” de hormigón de aproximadamente un metro y medio de altura salvan el gran vano del nivel de la planta de la tienda. Su tamaño pasa desapercibido porque las dos vigas forman parte de un elemento más grande que define al mismo tiempo el techo del estacionamiento, el piso de la vitrina y el piso del nivel principal de la tienda. Este entrepiso es el resultado de la prolongación de las alas de las vigas, que forman dos losas. La losa superior conecta las dos vigas sin sobrepasarlas y forma el piso de la tienda. La losa inferior, pretensada en dirección transversal, avanza hasta los bordes de la caja externa y forma el piso de la vitrina. Esa diferencia de nivel entre las losas, además de individualizar la vitrina como un espacio, permite una visión ascendente y diagonal desde el exterior al interior de la tienda y en el sentido contrario. Una solución brillante que resuelve el espacio y la estructura al mismo tiempo, sin caer en la tentación de exhibir la “musculatura” del edificio.[1]

 

Algo similar sucede con los apoyos verticales, cuatro pilares rectangulares de aproximadamente 1,3 m de lado. [2 ] Los pilares están unidos de dos en dos por láminas verticales de hormigón que dan rigidez al conjunto y cuya extensión es mayor que la distancia entre pilares. Esto acaba teniendo un efecto similar al que se vio en relación con las vigas de hormigón pretensado: los planos de hormigón esconden el tamaño real de los pilares y, por el avance de la lámina externa hasta el límite de la caja, sugieren que el volumen está sostenido por un plano casi sin espesor. En el interior de cada conjunto de dos pilares y dos planos esbeltos –llamado coloquialmente de castelo – se acomodan las instalaciones, la escalera, el ascensor, los baños y demás apoyos.

 

Del análisis más detallado de este proyecto se puede extraer una conclusión interesante: fue empleada prácticamente la misma solución en sentido vertical y horizontal, configurando un sistema estructural principal con la forma de una gran “H”. Sobre esa H de hormigón, formada por los dos bloques verticales –los castelos – y el conjunto de vigas y losas que forman el piso de la tienda, se asientan los otros elementos del edificio, ambiguos en su doble papel de estructura y cerramiento. Sin caer en la tentación de reproducir en la cubierta el mismo sistema empleado en el piso de la losa, Paulo Mendes da Rocha opta por un sistema de estructura metálica para la cubierta y las fachadas.

 

Vigas metálicas de aproximadamente treinta metros de largo y siete de altura constituyen las fachadas principal y trasera, resolviendo de ese modo la larga y continua vitrina, que se caracteriza como un intervalo entre viga superior y losa inferior, una ausencia de elementos que, paradójicamente, cobra un protagonismo esencial. [3] Uniendo las dos vigas principales aparece la estructura de la cubierta y el entrepiso del edificio, lo que aumenta el área de la tienda al mismo tiempo en que actúa como arriostramiento de todo el sistema metálico. Queda definido de esta forma un gran prisma de espacio interno –cuya unidad no está comprometida por el entrepiso–adecuado perfectamente al propósito de exponer muebles contemporáneos.

 

Es realmente notable que este complejo estructural constituido por elementos de grandes dimensiones logre pasar casi desapercibido, dándole protagonismo a un interior y un exterior casi mágicos por su ligereza y espacialidad. La búsqueda de la levedad y el ocultamiento de las reales proporciones de la obra son evidentes en el tratamiento de los bordes, tanto de las esquinas como del plano inferior de la vitrina, acabados con una chapa metálica doblada en punta, y que reduce visualmente su espesor a casi cero.

 

La economía de medios que caracteriza esta obra –o sea, el uso de un número reducido de elementos y la forma elemental del edificio– da como resultado un objeto de rara intensidad formal que logra atraer la atención del peatón sin tener que recurrir a la espectacularidad vulgar. El rigor del procedimiento proyectual es evidente; ningún elemento podría ser descartado sin consecuencias serias para la integridad formal y física del edificio.

 

Otra cualidad de esta obra es su universalidad, accesible para cualquier persona con un mínimo de cultura y adaptable a funciones diferentes de las actuales, aunque se trata de una respuesta a un problema específico. [4] La ausencia de pilares y las instalaciones visibles en el interior del gran prisma del espacio aumentan la posibilidad de que sirva para otros usos.

 

El proyecto de la Loja Forma evidencia que, cuando se trata de obras de arquitectura de alta calidad, la forma no es un elemento más sino el modo en el que el programa, la técnica y el lugar se sintetizan; y que la arquitectura de

excelencia, para que florezca, no depende de localizaciones espectaculares, presupuestos ilimitados o programas extensos y sofisticados.

 

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Edson da Cunha Mahfuz es arquitecto y profesor de proyecto en la Universidade do Rio Grande do Sul, Porto Alegre.

 

Texto originalmente publicado en Vitruvius, Teconicablog y Summa+, nº 152, Buenos Aires, agosto, 2016

 

NOTAS

[1] El espacio entre las losas sirve también para ocultar la escalera retráctil cuando la tienda está cerrada.

[2] Esta imprecisión aquí se debe al hecho de que el tamaño de los pilares fue calculado a partir de las plantas publicadas.

[3] “Essa fresta acentua a horizontalidade”, Paulo Mendes da Rocha en: Piñon, Helio: Paulo Mendes da Rocha , San Pablo, Editora Romano Guerra, 2002, p. 22.

[4] Reforzando esa posibilidad de flexibilidad, en la memoria del proyecto hay una referencia al espacio como “un museo claro y silencioso”.

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