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LA CASA NICLEWICZ DE VILANOVA ARTIGAS

La casa Niclewicz es un verdadero tesoro arquitectónico escondido en Curitiba. Es gratificante encontrar una obra tan serena y amable en una época en la que prácticamente todo es apariencia sin sustancia y predomina una idea equivocada de la creatividad. Como resultado se producen objetos extravagantes, que si bien pueden parecer impactantes visualmente, resultan culturalmente irrelevantes.

 

La casa Niclewicz fue proyectada por Vilanova Artigas en 1978 para una sobrina, y fue comprada en 2003 por el arquitecto Marcos Bertoldi. Él mismo, a partir de 2005, la recupera y ejecuta una serie de reformas que, en lugar de desvirtuar el proyecto original, acabaron calificándolo más aún.

 

Esta casa pertenece al universo brutalista paulista, que consiste en obras ejecutadas en hormigón armado a la vista. Como esa definición me parece un poco amplia, le agregaría algunas características propias de la arquitectura paulista del período en cuestión: el papel de definidor espacial que asume la estructura resistente, la tendencia a una cierta introversión y la utilización de grandes paredes ciegas.

 

La casa Niclewicz es la última de una serie de proyectos residenciales iniciados en 1949, siendo que el pensamiento proyectual subyacente al proyecto habría madurado durante el período que va de la casa Taques Bittencourt (1959) a la casa Martirani (1969). Tres motivos justifican su publicación (y que espero resulten evidentes al final del texto): su escasa divulgación, la excelencia de su arquitectura –como culminación de una serie de casas de alta calidad– y el hecho de que se trata de un ejemplo de una buena intervención en el patrimonio moderno.

 

A la casa Niclewicz se le puede aplicar el axioma según el cual un buen proyecto puede y debe ser posible de describir en pocas palabras. Y es así que podemos describirla de dos maneras, igualmente breves: o la vemos como una planta en L que abraza un patio, o como una planta rectangular en la que tres octavas partes de su proyección se atribuyen al patio. En cualquiera de los dos casos, la planta está formada por ocho módulos de 8 x 6 m, cuando el tamaño final de la casa es de 25 x 17,5 m. Se ubica de forma más o menos central en el terreno, con retrocesos de 4,4 m al fondo, 2,05 m en las laterales y 4,7 m al frente.

 

Sobre esta primera trama se disponen quince pilares de 50 m x 25 cm, que, como las vigas que los unen y las dos paredes ciegas sobre los lados menores del rectángulo de la planta (planos rectangulares de hormigón aparente), definen no solo la estructura resistente, sino también la propia estructura formal/espacial de la casa. Ese papel fundamental de la estructura resistente es una característica distintiva de la arquitectura de la llamada Escuela Paulista, cuyos exponentes máximos son Artigas y Paulo Mendes da Rocha, y de parte de la producción de la Escuela Carioca, especialmente la obra de Affonso Reidy.

Si en las dos descripciones iniciales aparece la figura del patio es porque ese espacio exterior es el foco visual de esta casa: un gran salón exterior definido tridimensionalmente por el volumen en L que abriga el espacio interno, por la pared ciega trasera, por tres pilares y por vigas que forman una especie de pérgola gigante. Desde todos los lugares de la casa somos conscientes de su presencia: desde la sala, desde la rampa, desde la circulación de los dormitorios y desde la sala de estar.

 

Esta organización planimétrica clara y consecuente sirve de base para resolver la implantación de la casa en un lote con una fuerte pendiente: un corte vertical del terreno coincide con la mitad del rectángulo, definiendo un sector de acceso y de estacionamiento en el nivel de la calle –en un principio abierto pero luego cerrado por un portón metálico– y otro más elevado que define el patio privado. Vista desde el exterior, los elementos más evidentes de la casa son el muro de cimentación de bloques de granito sobre la línea de edificación y un plano rectangular elevado y un poco retirado: la pared ciega sur de la casa. Esa solución proporciona privacidad absoluta a los espacios domésticos y contrasta fuertemente con la apertura experimentada en su interior.

 

El programa de la casa está distribuido en cuatro niveles. En el nivel de la calle está el estacionamiento, el acceso principal y el de servicio, y varios espacios originalmente de servicio, ahora transformados en el estudio del arquitecto Marcos Bertoldi, quien los amplió sin que esto se note fácilmente, pues utilizó de forma inteligente el espacio definido por los muros de cimentación al frente del terreno. En el segundo nivel está el patio, la sala de estar/comedor, la cocina y los otros espacios de servicio. Medio nivel arriba, sobre la pierna más corta de la “L”, se ubica la sala de estar, con vista elevada del patio. Una escalera paralela a la pared ciega conecta el sector de servicios con el sector íntimo de la casa. Por fin, en el cuarto nivel se encuentran los cinco dormitorios: mitad de la planta está ocupada por el cuarto en suite del matrimonio, y la otra mitad por dormitorios que comparten –en pares– dos baños. Con excepción del estar íntimo, que ocupa un módulo en la esquina sudoeste de la planta –letra B, en el diagrama–, todo el programa se acomodó sobre la mitad este del rectángulo, ocupando cuatro módulos.

 

Se entra al terreno por un espacio cubierto definido por la proyección de la sala de estar, un piso de piedra portuguesa gris oscuro y una moldura vegetal muy agradable. De ahí se puede entrar al estudio o avanzar hasta los accesos del sector residencial. Luego es posible entrever alguna cosa de las relaciones espaciales que pasan en el nivel superior y en el interior de la casa. Al llegar al final de la plataforma de acceso, la casa ofrece al visitante dos recorridos de acceso: uno interno, por las rampas, y otro externo, por la escalera de piedra, que llega a ese inmenso salón al aire libre que es el patio en pérgola. Dos experiencias muy diferentes e igualmente gratificantes; es difícil determinar cuál es la más interesante.

 

 

 

El acceso interno comienza en un espacio bajo y en relativa penumbra, donde se encuentra un espacio de reunión y un baño. De allí se sube por una rampa con piso de linóleo negro y el espacio se va iluminando progresivamente. El primer descanso de la rampa nos conduce a la sala de estar/comedor, un espacio magnífico entre jardines: de un costado el pequeño jardín que es el retiro lateral, del otro, el patio ya mencionado. La altura baja de la sala dirige nuestra mirada hacia esos exteriores tan agradables.

 

El acceso externo provoca sensaciones muy diferentes del interno. Se comienza por una escalera de piedra –los escalones están formados por dos o tres bloques macizos, alternadamente– y, después de un giro de ciento ochenta grados, somos colocados por debajo de un espacio grande definido por la pérgola, un espacio exterior con algunas características de interior y que corresponde a un cuarto del total de la planta. Este camino conduce también al punto en que se puede elegir entre quedarse en el estar, entrar a la cocina o retomar la rampa para acceder a los niveles superiores.

 

El patio constituye el punto focal de la casa. Lo que hubiera podido ser tan solo un espacio residual sin definición adquiere las características de un gran salón de altura doble gracias a la presencia de algunos pilares y de la viga que los une, la pared ciega trasera y las vigas superiores que cubren la parte vacía del rectángulo de la planta reforzando la sensación de estar en un interior diáfano y rodeado de vegetación.

 

El esquema de circulación de la casa Niclewicz es un aspecto que merece ser destacado especialmente. La rampa es una marca de la arquitectura de Vilanova Artigas que aparece por primera vez, tímidamente, en la casa Czapski (1949) y más completa en las casas Almeida y D’Estefani (de 1949 y 1950 respectivamente). Su desarrollo completo –en el ámbito de residencia familiar– se da unos diez años más tarde, en las casas Taques Bittencourt (1959), Mendes André (1966), Porto (1968) y Martirani (1969). La casa Niclewicz es el último proyecto residencial de Artigas y es donde la rampa se integra con mayor naturalidad a la organización espacial, conectándose perfectamente con la sala, el estar íntimo y el corredor superior.

 

La rampa culmina en un corredor que, por única vez en la obra de Artigas, parece pertenecer al patio pergolado en lugar de simplemente ser el medio de acceso a los dormitorios. A medio camino entre la sala y los dormitorios (en el nivel del descanso de la rampa) hay una sala de estar con televisión que resulta el sitio más cálido de la casa, con una vista amplia del patio y de la piscina, pero suficientemente definido por paredes como para permitir la sensación de intimidad que contrasta positivamente con la expansión visual de la sala principal.

 

La casa actual puede ser considerada un trabajo conjunto entre Vilanova Artigas y Marcos Bertoldi, ya que su actual dueño –al contrario de muchos casos de intervención de edificios catalogados– calificó todavía más esta casa por medio de la reforma del toilette, de los baños y de los dormitorios. En un lugar y en otro encontramos elementos nuevos que sirven para acentuar la calidad del edificio existente, como es el caso del portón metálico que cierra la casa hacia la calle, el reemplazo del piso original por linóleo negro y de la puerta de vidrio roja que limita el acceso a los dormitorios. La transformación de los espacios de servicio de la planta baja en el estudio del arquitecto también tuvo el efecto de calificar una parte de la casa que originalmente tenía un papel secundario. Ahora, la sala de trabajo, definida por los muros de granito que antes funcionaban como cimentación, se destaca y cuenta con una solución inteligente que le proporcionó luz cenital y ventilación al ambiente.

 

La casa Niclewicz, tanto en su proyecto original como en su estado actual, nos brinda un ejemplo definitivo de que la calidad en arquitectura no depende de materiales lujosos ni de formas extrañas: una correcta combinación de espacio, color, vegetación y materiales naturales nos puede llevar muy lejos.

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Edson da Cunha Mahfuz es arquitecto y profesor de proyecto en la Universidade do Rio Grande do Sul, Porto Alegre.

 

Texto originalmente publicado en Vitruvius, Teconicablog y Summa+, nº 140, Buenos Aires, diciembre, 2014

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