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SAINT CATHERINE’S COLLEGE DE OXFORD ARNE JACOBSEN

 

 

El Saint Catherine’s College de Oxford (Inglaterra, 1959-1964) era considerado por su autor, Arne Jacobsen, su obra más importante. Su designación como responsable del proyecto estuvo rodeada de controversia por ser extranjero, moderno y justamente por no tratarse de uno de los monstruos sagrados de la Arquitectura Moderna todavía vivos a fines de los años 50.

 

No obstante, el resultado de su trabajo terminó consolidándose como una de las mejores obras construidas en la Inglaterra del siglo XX. Un college es algo que solo existe en los países anglosajones y de los cuales hay unos treinta y ocho en Oxford. Es una entidad independiente en todos los sentidos, incluso el financiero. Gran parte del estudio sucede en el college , de la misma forma que la vida social, el deporte y el tiempo libre. El programa típico de un college consiste en vivienda para entre unos doscientos a cuatrocientos alumnos, el presidente y profesores, además de comedor, biblioteca, bar, salas comunes, capilla y, en algunos casos, canchas deportivas.

 

Los colleges ingleses están organizados tradicionalmente alrededor de un patio rectangular ( quadrangle o quad ), definido por largos edificios lineales y césped en casi toda su extensión, excepto la franja de circulación al lado de los edificios. Debido a la cercanía entre los colleges tradicionales, los conjuntos se caracterizan por una serie de espacios abiertos individuales claramente definidos.

 

Teniendo en cuenta esta tradición centenaria de los colleges ingleses, ¿cómo sería un enfoque contemporáneo de este tema? Sobre un terreno prácticamente suburbano, si lo comparamos con los otros, Arne Jacobsen demostró ser sensible a esta tradición adoptando una estrategia híbrida que combina algunas características tradicionales con otras contemporáneas. Si bien el entonces presidente Alan Bullock interpretó el proyecto de Jacobsen como “… un esquema clásico traducido al idioma moderno. Círculos dentro de cuadrados, sección áurea, etc. ”, el producto final supera ampliamente esta descripción.

 

Puede ser que la solución menos ortodoxa de Jacobsen –aunque derivada de la tradición– provenga de la situación del terreno que le fue designado, situado en la campiña inglesa, a orillas del río Cherwell y no contiguo al de los otros colleges : varios espacios abiertos definidos tridimensionalmente por edificios lineales con pabellones en su interior.

 

La presencia de edificios aislados no era novedad en Oxford. Radcliffe Camera, en Radcliffe Square, al lado del New College es un ejemplo de uno de ellos. Dentro de los diferentes aspectos de la tradición adoptados por Jacobsen se pueden nombrar: la reducción al mínimo de los corredores de los dormitorios (que resultó en la existencia de varias escaleras de acceso) y el hecho de que casi ningún espacio principal abre directamente hacia el quad, lo que es raro pero no inédito. Por otra parte, la fragmentación de la edificación, la abertura parcial del patio y la división funcional (a cada bloque se le asigna una actividad específica) podrían considerarse interpretaciones modernas de la tradición de parte de Jacobsen.

 

En líneas generales, el St. Catherine’s College está emplazado sobre una plataforma de 120 m x 140 m, con orientación norte-sur. Sobre los lindes este y oeste se ubican los dos edificios lineales de los dormitorios (128 m x 12 m). Al norte, en sentido transversal, está ubicado el bloque de servicios, que alberga la cocina, los espacios de reunión de los estudiantes ( commons ), la administración, etc., (80 m x 26 m). Sobre el eje central longitudinal se ubican los tres pabellones: el comedor, adyacente al bloque de servicios, la biblioteca y el auditorio (todos de aproximadamente 33 m x 22 m). El patio principal ( quad ) está ubicado en el centro, delimitado por el comedor (al norte), la biblioteca (al sur) y los dormitorios (al este y al oeste, de 62 m x 48 m). Fuera de la plataforma, sobre una línea paralela a ella, se encuentran la residencia del presidente (al noroeste) y la sala poligonal de música.

 

Sin embargo, el uso y la percepción del conjunto ocurren de una forma bien diferente debido a que el acceso se da por el oeste, por un camino que bordea el río Cherwell antes de doblar a la izquierda y pasar por un pequeño puente sobre un largo y estrecho espejo de agua transversal, el que además conduce al pórtico que atraviesa el bloque de los dormitorios oeste. Este puente, a su vez, conduce al quad, cuya definición espacial es resaltada mediante el uso de pérgolas y ligustros dispuestos entre los dormitorios y los edificios centrales. En el centro del quad hay un círculo de césped de 35 m de diámetro. Desde allí, hacia el norte, hay dos espacios abiertos en “L” y hacia el sur, dos espacios rectangulares menores, que abren sus vistas hacia el exterior. Conectado a estos, hay un espacio menor donde está ubicada la torre del campanario de 23 metros. O sea, si bien la organización planimétrica es regular y simétrica, los recorridos no lo son.

 

Durante mucho tiempo, la Arquitectura Moderna fue objeto de críticas por su supuesta indiferencia al entorno, desprecio por la herencia histórica y problemas de escala, atribuidos a la ausencia de detalles que pudieran suplir el papel del ornamento. En los años 80, la solución fue la vuelta casi literal a los estilos históricos. En el siglo XXI, la naturaleza sería el nuevo modelo de complejidad formal en el que la arquitectura debería inspirarse.

 

Si bien en muchos casos las críticas a la Arquitectura Moderna son fundamentadas, esta obra de Arne Jacobsen demuestra que no se puede generalizar. En este caso no existe nada cercano a la indiferencia al entorno, ya sea geográfico, topográfico o cultural, así como tampoco existe abstracción y pureza formal, algo que a los detractores de la Arquitectura Moderna les gusta tanto señalar. De hecho, uno de los aspectos sobresalientes de esta obra es su materialidad, basada en la exposición de la estructura de hormigón armado y en la segmentación de los planos de las paredes.

 

El proyecto está definido por la planta general y por el sistema constructivo, que establece un esquema geométrico general basado en un módulo fijo de 3,20 m entre pilares, en el sentido longitudinal del terreno. Ese módulo controla los edificios y el espacio abierto, manifestándose en franjas de piedra de color diferente al del pavimento general. En el otro sentido la medida base es 2,40 metros.

 

Jacobsen utiliza tres soluciones constructivas diferentes: una para los dormitorios, otra para los tres pabellones separados y una tercera para el edificio del bloque de servicios, el único limitado a un solo piso.

 

La estructura principal de los dormitorios está formada por muros portantes de hormigón armado separados por 3,20 m en el segundo y el tercer piso, sostenidos por pilares retrocedidos del plano de las fachadas. Entre esos planos se colocaron paneles de vidrio separados por elementos salientes de aluminio. Las fachadas inferiores de este bloque están retrocedidas de forma desigual en relación con los pisos superiores, siendo el retroceso interno mucho más grande que el externo, lo que crea pasajes cubiertos entre las diferentes entradas. Los cierres de la planta baja también fueron tratados de un modo diferente en cada lado: en el exterior vidriadas y al lado del quad y de los patios secundarios, planos de ladrillos en mayor parte, excepto en los accesos a los departamentos y en la parte alta de esas paredes. El retroceso de la planta baja también sirve para reducir el impacto de un edificio tan largo.

 

Al contrario de la mayoría de los edificios que consisten en la repetición de un gran número de unidades iguales, en los dormitorios del St. Catherine, Jacobsen logró evitar la monotonía creando un ritmo que alterna las paredes divisorias con las aletas que separan los paneles de vidrio de la fachada. Se podría afirmar que la fachada de los dormitorios constituye una variación de la solución usada en la Municipalidad de Rodovre, en la que solo existe el ritmo de las aletas, sin algo que demuestre una escala mayor.

 

Pero es en los tres pabellones situados sobre el eje central del terreno donde aparece la destreza del arquitecto en transformar los elementos constructivos en expresión. Además de la misma medida externa (aproximadamente 33 m x 22 m), la estructura también es exactamente la misma: pilares cruciformes de 45 cm sostienen vigas de 1,50 m de altura (el espesor de ambos es de 15 cm) por 23 m de largo, espacio de 17 m entre pilares, con voladizos de 3 m de cada lado. Cada secuencia de pórticos es estabilizada por vigas transversales, de 30 cm por 15 cm a cada 2,40 m. Sobre cada uno de los dos pabellones hay una losa plana con claraboyas, cuyos centros están a una distancia de 3,20 m uno del otro.

 

A partir de allí las fachadas de los tres bloques se resuelven de acuerdo con las actividades que albergan, aunque mantienen una característica en común: la estructura porticada interna se proyecta hacia el exterior. En el caso de la biblioteca y del auditorio, la planta baja está retrocedida en relación con el nivel superior y en ladrillo a la vista. En la parte superior es donde hay más diferencias: mientras que en la biblioteca el límite del espacio interno coincide con la proyección de la cubierta, en el auditorio el cierre está alineado con los pilares, y aquella posición está ocupada por una reja metálica que protege el vidrio.

 

Si el auditorio y la biblioteca pueden describirse como edificios de dos plantas, el comedor es un espacio monumental que recuerda naves religiosas por su altura (6,50 m), por los pilares libres, por la luz que entra por la cubierta y por las ventanas altas. Con capacidad para trescientas sesenta y cinco personas, es el mayor comedor de todos los colleges de Oxford. Aquí, Jacobsen dividió las paredes en paneles de diferentes tamaños y en planos alternados: los que coinciden con los pilares son más estrechos, más bajos y retrocedidos en relación con los demás. Ninguno de estos planos de ladrillos llega hasta la losa de la cubierta, lo que le da un efecto fuerte a la entrada de luz.

 

En el bloque de servicios se da continuidad a la misma idea estructural y tratamiento de fachadas, aunque de forma más simplificada. En St. Catz, Jacobsen logra algo muy significativo: que sus edificios exhiban superficies vibrantes, visualmente atractivas y sombras proyectadas equivalentes a lo mejor de la arquitectura clásica pero sin recurrir a elementos arquitectónicos tomados de la historia, apenas valiéndose de forma inteligente de elementos constructivos esenciales.

 

Lo que esta obra de Arne Jacobsen sugiere, igual a la de tantos otros arquitectos identificados como modernos, es que la tan famosa ruptura entre la arquitectura del pasado y la que llamamos Arquitectura Moderna quizás no haya sido tan radical como se pensaba. Entonces, ¿cómo deberíamos clasificar esta obra tan sugestiva? La buena arquitectura no es fácil de encasillar. Llamémosla, entonces, tan solo de arquitectura.

 

 

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Edson da Cunha Mahfuz es arquitecto y profesor de proyecto de la Universidade Federal do Rio Grande do Sul, Porto Alegre.

 

Texto originalmente en Summa+, nº 150, Buenos Aires, junio, 2016.

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